EL PESCADOR Y SU MUJER
Introducción
He seleccionado este cuento por el mismo motivo que selecciono todos mis cuentos: porque en algún momento de mi vida alguien me lo ha contado y se me ha quedado grabado en la memoria. En este caso fue Mrs. Betty, mi profesora de primero de primaria, que con solo sus palabras nos enredo en un mundo mágico. Años después leí los cuentos de los hermanos Grimm y me sorprendió encontrar que este cuento tan especial estaba dentro del libro, (ya que nunca supe de donde lo había sacado mi profesora) al leerlo era como si estuviera otra vez sentada en el suelo escuchando su voz mientras que sus palabras me llenaban de imágenes.
Como es típico de un folclore, es un cuento que se puede disfrutar independientemente de la edad, pero en este caso lo voy a enfocar a alumnos de 4 años, ya que todavía están en un momento de absoluto egocentrismo y este cuento puede que les llame la atención y se identifiquen con el personaje de la esposa, alguien que lo quiere todo. Además, es una edad donde ya empiezan a tener un vocabulario más amplio y tienen una alta capacidad de creatividad, fruto de su incontrolable imaginación, algo que los personajes, la magia y el cambio de colorido durante el cuento les puede ayudar como estímulo y mantenerles intrigados durante el transcurso del cuento.
Un poco de historia
La palabra Folclore tiene sus orígenes del inglés donde junta dos palabras: Folk (saber) y Lore (pueblo). Como podemos ver en la teoría de la asignatura, el folclore hace referencia a diferentes aspectos de la cultura popular y tiene tres características fundamentales:
1. El anonimato hasta que alguien lo pone en escrito
2. La oralidad
3. La multiplicidad de variantes
Los cuentos folclóricos no fueron contados solo a niños si no para todas las edades. Como los cuentos eran orales, los que los contaban lo adaptaban a la cultura o a su personalidad y esa es la razón por lo cual tienen muchas versiones. En el caso del “el pescador y su mujer” hay conocidas dos versiones alemanas incluyendo esta, una de Rusia, una de Japón y una de la India. Las versiones son bastantes parecidas donde el cambio más evidente es la rima para llamar al pez o en la versión rusa donde el pez es de color dorado. En la versión japonesa se ve adaptada a la cultura donde en vez de pez es un espíritu de la montaña. En la de origen Indio falta una criatura mágica pero queda compensada al ser todos los protagonistas animales, aumentando su sensación mágica, y nuevamente se ve la influencia de la cultura autóctona en los personajes ya que el pez es sustituido por un buey. Cuando se aprecian tan claramente las raíces culturales en estos cuentos es cuando entiendo, la importancia del folclore y me ayuda comprender por que se cuentan se cantan . Al utilizar estos métodos de transmisión permitimos a los niños conocer su propia cultura, además de otras culturas, y les damos la posibilidad de utilizar su imaginación.
Importancia del folclore
Como nos remarca en los apuntes de la asignatura, vemos que el folclore tiene una importancia no solo a nivel de conservación de cultura si no también a nivel de interés pedagógico y psicológico. Según Vygotsky,“el desarrollo mental del hombre tiene su origen en la comunicación verbal entre el niño y el adulto”. Con la literatura oral conseguimos que nuestros alumnos abran la mente y crean sus propios imágenes de lo que se relata. Con estos cuentos adquieren un lenguaje mas amplio y rico en cultura, hablo de cuento porque es lo que he elegido, pero como sabemos, en el folclore entran más categorías como puede ser la poesía, el teatro y las canciones, todas estas también aportan una gran variedad de puntos positivos para el desarrollo de los niños como puede ser las estructuras gramaticales o la pronunciación. Como profesora de ingles recurro al folclore con frecuencia ya que en ello se trabaja muchísimo la pronunciación y de hecho se ve en los más clásicos los sonidos específicos que se trabaja para ejercitar los músculos de la lengua. Y Susan Ryan especialista en acentos dice que “La naturaleza repetitiva de las rimas puede ayudar a aprender el ritmo del lenguaje que es tan importante para un acento de sonido natural”. Y el Dr. Olle Kjellin, neurólogo y profesor de idiomas de Suecia, dice que los estudiantes deben repetir una frase de 50 a 100 veces para tener una "sensación" fonológica por ella. Por eso los típicos Nursery Ryhmes como el siguiente son tan importantes en una cultura.
Hickory dickory dock,
The mouse ran up the clock,
The clock struck one,
The mouse ran down,
Hickory dickory dock.
Se ve que se trabaja el sonido ck pero además hay un énfasis en el cambio de sonido de los vocales, que se intensifica al tener en común el mismo sonido al continuación del vocal.
Análisis del simbolismo del cuento
He elegido un texto folclórico en prosa, que en este caso es un cuento, aunque también hubiera entrado en esta categoría los mitos, leyendas y fábulas. La definición de cuento folclórico que nos proporciona Irune es: “un relato breve de asunto ficticio y carácter lúdico surgido de la tradición oral.” Esta definición encaja con el cuento elegido. Este estilo de cuento nos da un gran poder en el aula para construir un vinculo entre los que cuentan y los que escuchan. Pero hay que tener en cuenta que dentro del aula hay que asegurarse no encaminar a los alumnos hacia un objetivo preconcebido, evitando meter conceptos que quizás les superan cognitivamente.
El cuento del “El Pescador y su Mujer” se considera un cuento de hadas ya que la característica principal es la aparición de un personaje mágico-fantástico, en este caso el pez, aunque cuando llegas al final del cuento casi se podría decir que es lo opuesto a lo que generalmente se concibe como un típico cuento de hadas, ya que no tiene el habitual final feliz.
Tenemos dentro de los “motivos principales”:
· El reino de los muertos o el reino de las hadas, donde por la avaricia de la mujer del pescador vuelven a su estado inicial evitando purificación alguna y pagando las consecuencias de sus actos.
· La búsqueda del amor, ya que aunque al pescador no le parecía bien pedir más lo hacia por amor a su mujer y de hecho en otros relatos acaba pidiendo al pez la felicidad de su mujer que es lo único que le interesa.
Este cuento solo tiene tres personajes:
1. La mujer: La enemiga. Se ve que es una contrafigura negativa y descarga toda su negatividad sobre el protagonista (el pescador) con el que tiene una relación afectiva.
2. El pescador: El protagonista aunque también se le puede ver como un acompañante que ayuda al antihéroe en este caso su mujer.
3. El Pez: Es el animal mágico, equivalente sobrenatural a los seres humanos. En este caso es un príncipe encantado. Estos animales ayudan al protagonista, le conceden deseos y protección.
La versión que he cogido de este cuento es el que relatan los hermanos Grimm en su recopilación de cuentos populares a la que dieron el nombre de Cuentos de niños y del hogar (en alemán Kinder und Hausmärchen)de 1812. El pescador y su esposa sale como «cuento n.º 19» en el libro. Su desenlace al contrario de lo que se suele ver en el genero Grimm no es satisfactorio y aunque yo diría que el pescador es el protagonista creo que los niños se identificarían o quisieran convertirse en el pez ya que la magia es algo que siempre les gusta y que encaja con el mundo en el que se mueve la mayoría de los cuentos Grimm.
Dentro del simbolismo del cuento tenemos el mas evidente que es el cambio de color del agua y del tiempo con el humor del pez. He subrayado los partes del cuento donde describen estos cambios y dejo aquí además de en la bibliografía un detallado resumen del simbolismo del cuento entero https://childrensandhouseholdtales.wordpress.com/2019/10/11/the-fisherman-and-his-wife/
El uso en el aula
No creo que sea necesario adaptar este cuento ya que aunque tiene algunas palabras que podrían desconocer se puede utilizar gestos a la hora de contar para que los alumnos pintan su propia imagen de lo que creen que es, por ejemplo un anzuelo. Creo que es interesante primero contar el cuento sin pausas, aunque sabemos que esto a veces resulta difícil de hacer sobre todo a estas edades en la que tienen tanta curiosidad, pero también se les puede advertir que primero escuchan el cuento y que luego se les puede volver a contar y pausar en aquellos momentos que les interesa más a los niños o donde tienen dudas de algo especifico. Creo que es un cuento que da mucho de si, como por ejemplo:
· La simbología del color del agua y como va cambiando con el humor del pez; es algo que sería interesante descubrir lo que ellos piensan que significa dichos colores e incluso de por qué el tiempo y los colores pueden significar algo.
· Se les puede plantear ponerse en lugar de los diferentes personajes ¿Cómo te sentirías si siempre te estuvieran pidiendo más? Se puede reflejar porque la mujer no estaba contenta y compararlo con los propios niños y como siempre quieren mas juguetes. Los sentimientos del pescador por siempre tener que pedir más al pez y si daría miedo y por qué. o otra pregunta que creo que disfrutarían mucho con ella es preguntarles ¿Qué deseo pedirían al pez?
· Que juzguen las acciones de, por ejemplo, el pez al final del cuento, el pescador al principio soltando el pez o la mujer que nunca para de pedir.
· Qué ideas, valores, aprendizajes personales (en plural, no en singular) podemos aprender o extraer de esta historia para nuestra vida real (sacado de la teoría de la materia).
Conclusión
Sin saberlo los textos folclóricos me han acompañado toda mi vida pero no era consciente de sus orígenes, de hecho nunca me paré siquiera a pensarlo. Ahora valoro mucho más todas las canciones, poemas, teatros y cuentos que han marcado mi infancia y además gracias a esta asignatura he visto los beneficios de mantener lo folclórico como algo contado en vez de leído ya que con ello no solo puedes aportar tu propia identidad dentro de ello, si no también la del niño y de esa manera lograr una unión especial y característica del folclore.
El pescador y su mujer
Jacob Grimm
Wilhelm Grimm (coaut.)
José S. Viedma (trad.)
Había una vez un pescador que vivía con su mujer en una choza, a la orilla del mar. El pescador iba todos los días a echar su anzuelo, y le echaba y le echaba sin cesar.
Estaba un día sentado junto a su caña en la ribera, con la vista dirigida hacia su límpida agua, cuando de repente vio hundirse el anzuelo y bajar hasta lo más profundo y al sacarle tenía en la punta un barbo muy grande, el cual le dijo: -Te suplico que no me quites la vida; no soy un barbo verdadero, soy un príncipe encantado; ¿de qué te serviría matarme si no puedo serte de mucho regalo? Échame al agua y déjame nadar.
-Ciertamente, le dijo el pescador, no tenías necesidad de hablar tanto, pues no haré tampoco otra cosa que dejar nadar a sus anchas a un barbo que sabe hablar.
Le echó al agua y el barbo se sumergió en el fondo, dejando tras sí una larga huella de sangre.
El pescador se fue a la choza con su mujer: -Marido mío, le dijo, ¿no has cogido hoy nada?
-No, contestó el marido; he cogido un barbo que me ha dicho ser un príncipe encantado y le he dejado nadar lo mismo que antes.
-¿No le has pedido nada para ti? -replicó la mujer.
-No, repuso el marido; ¿y qué había de pedirle?
-¡Ah! -respondió la mujer; es tan triste, es tan triste vivir siempre en una choza tan sucia e infecta como esta; hubieras debido pedirle una casa pequeñita para nosotros; vuelve y llama al barbo, dile que quisiéramos tener una casa pequeñita, pues nos la dará de seguro.
-¡Ah! -dijo el marido, ¿y por qué he de volver?
-¿No le has cogido, continuó la mujer, y dejado nadar como antes? Pues lo harás; ve corriendo.
El marido no hacía mucho caso; sin embargo, fue a la orilla del mar, y cuando llegó allí, la vio toda amarilla y toda verde, se acercó al agua y dijo:
Tararira ondino, tararira ondino, | |||
hermoso pescado, pequeño vecino, | |||
mi pobre Isabel grita y se enfurece, | |||
es preciso darla lo que se merece. |
El barbo avanzó hacia él y le dijo: -¿Qué quieres?
-¡Ah! -repuso el hombre, hace poco que te he cogido; mi mujer sostiene que hubiera debido pedirte algo. No está contenta con vivir en una choza de juncos, quisiera mejor una casa de madera.
-Puedes volver, le dijo el barbo, pues ya la tiene.
Volvió el marido y su mujer no estaba ya en la choza, pero en su lugar había una casa pequeña, y su mujer estaba a la puerta sentada en un banco. Le cogió de la mano y le dijo: -Entra y mira: esto es mucho mejor.
Entraron los dos y hallaron dentro de la casa una bonita sala y una alcoba donde estaba su lecho, un comedor y una cocina con su espetera de cobre y estaño muy reluciente, y todos los demás utensilios completos. Detrás había un patio pequeño con gallinas y patos, y un canastillo con legumbres y frutas. -¿Ves, le dijo la mujer, qué bonito es esto?
-Sí, la dijo el marido; si vivimos siempre aquí, seremos muy felices.
-Veremos lo que nos conviene, replicó la mujer.
Después comieron y se acostaron.
Continuaron así durante ocho o quince días, pero al fin dijo la mujer: -¡Escucha, marido mío: esta casa es demasiado estrecha, y el patio y el huerto son tan pequeños!... El barbo hubiera debido en realidad darnos una casa mucho más grande. Yo quisiera vivir en un palacio de piedra; ve a buscar al barbo; es preciso que nos dé un palacio.
-¡Ah!, mujer, replicó el marido, esta casa es en realidad muy buena; ¿de qué nos serviría vivir en un palacio?
-Ve, dijo la mujer, el barbo puede muy bien hacerlo.
-No, mujer, replicó el marido, el barbo acaba de darnos esta casa, no quiero volver, temería importunarle.
-Ve, insistió la mujer, puede hacerlo y lo hará con mucho gusto; ve, te digo.
El marido sentía en el alma dar este paso, y no tenía mucha prisa, pues se decía: -No me parece bien, -pero obedeció sin embargo.
Cuando llegó cerca del mar, el agua tenía un color de violeta y azul oscuro, pareciendo próxima a hincharse; no estaba verde y amarilla como la vez primera; sin embargo, reinaba la más completa calma. El pescador se acercó y dijo:
Tararira ondino, tararira ondino, | |||
hermoso pescado, pequeño vecino, | |||
mi pobre Isabel grita y se enfurece, | |||
es preciso darla lo que se merece. |
-¿Qué quiere tu mujer? -dijo el barbo.
-¡Ah! -contestó el marido medio turbado, quiere habitar un palacio grande de piedra.
-Vete, replicó el barbo, la encontrarás a la puerta.
Marchó el marido, creyendo volver a su morada; pero cuando se acercaba a ella, vio en su lugar un gran palacio de piedra. Su mujer, que se hallaba en lo alto de las gradas, iba a entrar dentro; le cogió de la mano y le dijo: -Entra conmigo. -La siguió. Tenía el palacio un inmenso vestíbulo, cuyas paredes eran de mármol; numerosos criados abrían las puertas con grande estrépito delante de sí; las paredes resplandecían con los dorados y estaban cubiertas de hermosas colgaduras; las sillas y las mesas de las habitaciones eran de oro; veíanse suspendidas de los techos millares de arañas de cristal, y había alfombras en todas las salas y piezas; las mesas estaban cargadas de los vinos y manjares más exquisitos, hasta el punto que parecía iban a romperse bajo su peso. Detrás del palacio había un patio muy grande, con establos para las vacas y caballerizas para los caballos y magníficos coches; había además un grande y hermoso jardín, adornado de las flores más hermosas y de árboles frutales, y por último, un parque de lo menos una legua de largo, donde se veían ciervos, gamos, liebres y todo cuanto se pudiera apetecer.
-¿No es muy hermoso todo esto? -dijo la mujer.
-¡Oh!, ¡sí! -repuso el marido; quedémonos aquí y viviremos muy contentos.
-Ya reflexionaremos, dijo la mujer, durmamos primero; y nuestras gentes se acostaron.
A la mañana siguiente despertó la mujer siendo ya muy de día y vio desde su cama la hermosa campiña que se ofrecía a su vista; el marido se estiró al despertarse; diole ella con el codo y le dijo:
-Marido mío, levántate y mira por la ventana; ¿ves?, ¿no podíamos llegar a ser reyes de todo este país? Corre a buscar al barbo y seremos reyes.
-¡Ah!, mujer, repuso el marido, y por qué hemos de ser reyes, yo no tengo ganas de serlo.
-Pues si tú no quieres ser rey, replicó la mujer, yo quiero ser reina. Ve a buscar al barbo, yo quiero ser reina.
-¡Ah!, mujer, insistió el marido; ¿para qué quieres ser reina? Yo no quiero decirle eso.
-¿Y por qué no? -dijo la mujer; ve al instante; es preciso que yo sea reina.
El marido fue, pero estaba muy apesadumbrado de que su mujer quisiese ser reina. No me parece bien, no me parece bien en realidad, pensaba para sí. No quiero ir; y fue sin embargo.
Cuando se acercó al mar, estaba de un color gris, el agua subía a borbotones desde el fondo a la superficie y tenía un olor fétido; se adelantó y dijo:
Tararira ondino, tararira ondino, | |||
hermoso pescado, pequeño vecino, | |||
mi pobre Isabel grita y se enfurece; | |||
es preciso darla lo que se merece. |
-¿Y qué quiere tu mujer? -dijo el barbo.
-¡Ah! -contestó el marido; quiere ser reina.
-Vuelve, que ya lo es, replicó el barbo.
Partió el marido, y cuando se acercaba al palacio, vio que se había hecho mucho mayor y tenía una torre muy alta decorada con magníficos adornos. A la puerta había guardias de centinela y una multitud de soldados con trompetas y timbales. Cuando entró en el edificio vio por todas partes mármol del más puro, enriquecido con oro, tapices de terciopelo y grandes cofres de oro macizo. Le abrieron las puertas de la sala: toda la corte se hallaba reunida y su mujer estaba sentada en un elevado trono de oro y de diamantes; llevaba en la cabeza una gran corona de oro, tenía en la mano un cetro de oro puro enriquecido de piedras preciosas, y a su lado estaban colocadas en una doble fila seis jóvenes, cuyas estaturas eran tales, que cada una la llevaba la cabeza a la otra. Se adelantó y dijo:
-Sí, le contestó, ya soy reina.
Se colocó delante de ella y la miró, y en cuanto la hubo contemplado por un instante, dijo:
-¡Ah, mujer!, ¡qué bueno es que seas reina! Ahora no tendrás ya nada que desear.
-De ningún modo, marido mío, le contestó muy agitada; hace mucho tiempo que soy reina, quiero ser mucho más. Ve a buscar al barbo y dile que ya soy reina, pero que necesito ser emperatriz.
-¡Ah, mujer! -replicó el marido, yo sé que no puede hacerte emperatriz y no me atrevo a decirle eso.
-¡Yo soy reina, dijo la mujer, y tú eres mi marido! Ve, si ha podido hacernos reyes, también podrá hacernos emperadores. Ve, te digo.
Tuvo que marchar; pero al alejarse se hallaba turbado y se decía a sí mismo: No me parece bien. ¿Emperador? Es pedir demasiado y el barbo se cansará.
Pensando esto vio que el agua estaba negra y hervía a borbotones, la espuma subía a la superficie y el viento la levantaba soplando con violencia, se estremeció, pero se acercó y dijo:
Tararira ondino, tararira ondino, | |||
hermoso pescado, pequeño vecino, | |||
mi pobre Isabel grita y se enfurece, | |||
es preciso darla lo que se merece. |
-¿Y qué quiere? -dijo el barbo.
-¡Ah, barbo! -le contestó; mi mujer quiere llegar a ser emperatriz.
-Vuelve, dijo el barbo; lo es desde este instante.
Volvió el marido, y cuando estuvo de regreso, todo el palacio era de mármol pulimentado, enriquecido con estatuas de alabastro y adornado con oro. Delante de la puerta había muchas legiones de soldados, que tocaban trompetas, timbales y tambores; en el interior del palacio los barones y los condes y los duques iban y venían en calidad de simples criados, y le abrían las puertas, que eran de oro macizo. En cuanto entró, vio a su mujer sentada en un trono de oro de una sola pieza y de más de mil pies de alto, llevaba una enorme corona de oro de cinco codos, guarnecida de brillantes y carbunclos; en una mano tenía el cetro y en la otra el globo imperial; a un lado estaban sus guardias en dos filas, más pequeños unos que otros; además había gigantes enormes de cien pies de altos y pequeños enanos que no eran mayores que el dedo pulgar.
Delante de ella había de pie una multitud de príncipes y de duques: el marido avanzó por en medio de ellos, y la dijo:
-Sí, le contestó, ya soy emperatriz.
Entonces se puso delante de ella y comenzó a mirarla y le parecía que veía al sol. En cuanto la hubo contemplado así un momento:
-¡Ah, mujer, la dijo, qué buena cosa es ser emperatriz!
Pero permanecía tiesa, muy tiesa y no decía palabra.
-¡Mujer, ya estarás contenta, ya eres emperatriz! ¿Qué más puedes desear?
Fueron enseguida a acostarse, pero ella no estaba contenta; la ambición la impedía dormir y pensaba siempre en ser todavía más.
El marido durmió profundamente; había andado todo el día, pero la mujer no pudo descansar un momento; se volvía de un lado a otro durante toda la noche, pensando siempre en ser todavía más; y no encontrando nada por qué decidirse. Sin embargo, comenzó a amanecer, y cuando percibió la aurora, se incorporó un poco y miró hacia la luz, y al ver entrar por su ventana los rayos del sol...
-¡Ah! -pensó; ¿por qué no he de poder mandar salir al Sol y a la Luna? Marido mío, dijo empujándole con el codo, ¡despiértate, ve a buscar al barbo; quiero ser semejante a Dios!
El marido estaba dormido todavía, pero se asustó de tal manera, que se cayó de la cama. Creyendo que había oído mal, se frotó los ojos y preguntó:
-Marido mío, si no puedo mandar salir al Sol y a la Luna, y si es preciso que los vea salir sin orden mía, no podré descansar y no tendré una hora de tranquilidad, pues estaré siempre pensando en que no los puedo mandar salir.
Y al decir esto le miró con un ceño tan horrible, que sintió bañarse todo su cuerpo de un sudor frío.
-Ve al instante, quiero ser semejante a Dios.
-¡Ah, mujer! -dijo el marido arrojándose a sus pies; el barbo no puede hacer eso; ha podido muy bien hacerte reina y emperatriz, pero, te lo suplico, conténtate con ser emperatriz.
Entonces echó a llorar; sus cabellos volaron en desorden alrededor de su cabeza, despedazó su cinturón y dio a su marido un puntapié gritando:
-No puedo, no quiero contentarme con esto; marcha al instante.
El marido se vistió rápidamente y echó a correr, como un insensato.
Pero la tempestad se había desencadenado y rugía furiosa; las casas y los árboles se movían; pedazos de roca rodaban por el mar, y el cielo estaba negro como la pez; tronaba, relampagueaba y el mar levantaba olas negras tan altas como campanarios y montañas, y todas llevaban en su cima una corona blanca de espuma. Púsose a gritar, pues apenas podía oírse él mismo sus propias palabras:
Tararira ondino, tararira ondino, | |||
hermoso pescado, pequeño vecino, | |||
mi pobre Isabel grita y se enfurece, | |||
es preciso darla lo que se merece. |
-¿Qué quieres tú, amigo? -dijo el barbo.
-¡Ah, contestó, quiere ser semejante a Dios!
-Vuelve y la encontrarás en la choza.
Y a estas horas viven allí todavía.
Bibliografía
http://www.confidentvoice.com/blog/using-nursery-rhymes-to-teach-american-english-pronunciation-patterns/ (Beneficios de los nursery ryhmes para la pronunciación)
https://www.pitt.edu/~dash/type0555.html (Varios ejemplos del pescador y su esposa)
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-folklore-ciencia-del-saber-popular-historia-y-estado-actual-en-andalucia/html/(Datos históricos)
https://childrensandhouseholdtales.wordpress.com/2019/10/11/the-fisherman-and-his-wife/ (Simbolismo detrás del cuento y los tres imágenes del cuento)
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-pescador-y-su-mujer--0/html/002b693c-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_ (Link del cuento)
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/hermanos-grimm-coleccionistas-cuentos_13190 (imagen de los hermanos Grimm y Portada de una edición de los cuentos de los hermanos Grimm de 1865.)